lunes, 20 de diciembre de 2010

Espejismos

Asiste a ese mágico truco por el que el vínculo con su gemela de aluminio se rompe. Por mucho que baile con ella o atropelle su voz con las mismas palabras que lee en sus labios, de tanto mirarla, la guapa de enfrente acaba convirtiéndose en un ser bidimensional encerrado en un marco.
El espejo ya no reflecta, proyecta. Entonces es cuando busca a los suyos desde la objetividad. Mira fijamente, con los ojos chinos, alternádolos con muecas que le pide la morena que entrecierra los párpados.
Finalmente, invoca a sus predecesores gesticulando. Ahí está su madre, con una sonrisa de oreja a oreja que hace que sus mofletes le roben hueco a sus ojos. Arrugando y estirando la nariz se encuentra con su padre. Y centrando la vista, su abuela la contempla.

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